martes, 8 de marzo de 2011

Calma

No fui una niña tranquila pesa aún sobre mí que la dolencia cardíaca de mi abuelo empeorara desde ese mes y algo que nos cuidaron en casa siendo chicos porque mamá y papá salieron de viaje. En retrospectiva no fue maldad para recibir semejante carga, si mi mejor amiga no hacia gimnasia y sólo presentaba una nota, hacer una yo para acompañarla me pareció de lo más sencillo, ni pasó por mi mente que tenía que estar redactada con letra de adulto y la firma no podía ser "Abuelito" Así es como la mitad de mi infancia la pasé en el baño, no por dolencias estomacales, ni con fruta caliente, golosinas en abundancia, o jabón, si jabón el de tocador para remediar mi boca sucia ( no se los recomiendo no da resultado), hasta convertirlo en un sitio sacto santum, en él sentada en el suelo, rodillas abrazadas, frente en las mismas apoyada y desahogar esos llantos de dolor, humillación, broncas y frustaciones. También es donde encontré mi gusto por el dibujo, explayando mi creatividad sobre azulejos con maquillaje femenino, de un huésped en casa alojado. Los rincones también pasaron a ser un lugar especial, todas mis casa de adulto los reflejan, en todas hay alguno sensacional, con encanto, magia y fantasía, esos que mirando de soslayo te conducen hacia adentro, a ese mundo privado donde nunca traes invitados salvo a vos misma la mejor compañía.

Rincones . . . espacios sitios determinados donde encontras la calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu mensaje, tus palabras nutren!