Hilvanando, comencé así mi día . . .
primera hora de la mañana
el sol ni despuntaba
aguja e hilo prestados por Belén
tan organizada que en su cartera
guarda costurero de emergencia
como lo era aquella.
Victoria en su estar acostumbrado
su sweater había enganchado
y un agujero en el hombro llevaba
los puntos al aire estaban.
No eran los elementos correctos
pero antes que se destejiera
remiendo bastante prolijo
de parado conversando
en la oficina fuimos cerrando.
Hilvanando, seguí así mi día . . .
en la tarde a casa entrando
al ver una naranja tirada
recordé cuando el año pasado
Fede leía "Mi planta de naranja-lima"
y sólo presente tenía que era una
historia linda, muy linda,
reclama con los ojos anegados
- ¿linda? es re triste
y por la zozobra que me produce su sólo
título comprendí que así lo era
pero continúa siendo bella.
Hilvanando, ese recuerdo detiene
mi andar un momento
y descubrí algo asombrada
que el tronco pelado del
cantero en la puerta instalado
pertenece a un naranjo,
entre a casa lista a confirmar
que el arbolito casi seco
a pesar de mis cuidados era un hermano,
pero sorprendida comprobé que si alzo mi mirada
más allá de la pergola verdes estan sus ramas
cargadas de frutos bergamotas exclamé!
¿qué son mis hijos preguntaban?
Presto subió Fede al techo y cosecha
citadina realizó disfrutamos la fruta
inesperada en las puertas de casa plantadas.
Hilvanando, cierro mi día . . .
pensando en los arbolitos
en canteros resguardados
en su aspecto o en lo que yo percibía de ellos,
reflexiono en mi vida, tu vida,
mi actuar, el nuestro, o el de otros,
como alzando la mirada aquello que
casi muerto parecía se muestra
pletórico de vida.